Las anegdotas ocurridas con los propietarios y sus BRTs en Rusia.
Verano, día soleado, mis padres con Princesa iban a la casa del campo que está en construcción constante, tuvieron que detenerse por el camino en el mercado de la construcción, dejando a Princesa sola en el coche... Pero como a las princesas realmente no les gusta quedarse detrás en el coche, la perrita se ha puesto al volante con cara seria y muy importante. A un hombre que tenía que entrar con su coche a descargar y el coche de mis padres le molestaba. Él vino a nuestro coche se apoya al techo y dice familiarmente: "He, tio, escucha, mueve un poco tu cacharro..." Al darse cuenta de que su petición no tuvo efecto, y el coche sigue sin moverse, se asoma a la ventanilla… Capta la seria mirada de Princesa y cae en un estado de estupor. Después exclama, “¡Heee…. Perdona!”
Voy un día a visitar a mí amiga. Ellos tienen entre los edificios
un bonito patio cerrado, en el que en un lado está el
arco de entrada y en el otro carril de la salida. Yo entro desde la calle
principal ruidosa de tráfico y mucha gente al tranquilo patio y veo un niño pequeño corriendo hacia la calle detrás un enorme perro negro y peludo (BRT). El perro en un segundo alcanza al
niño, lo coge de la cazadora y lo lleva. ¿QUÉ HACER?
Muerta de miedo dispuesta a gritar, pero el perro tranquilamente
en silencio deja el
niño en una caja de arena, donde están jugando otros dos chiquitines, el perro se
tumba al lado coloca la cabeza encima de las patas y parece se queda dormido.
El otro niño mira al perro, sale de la caja y va despacito hacia el arco, allí está muy interesante; mucha gente, coches, calle muy animada… El perro debajo de sus espesas cejas lo está observando. Cuando hasta el arco quedan 5 pasos de niño, el perro se levanta y en 2 pasos rápidos llega hasta escapista, lo agarra por la capucha, lleva a la arena y tranquilo se tumba…
La frontera está cerrada!!!
Experiencia de nuestro amigo Jaime con su primer BRT
Compartiendo una vida...
Conocí al Terrier Ruso por casualidad. Quería comprar un perro pero no sabía cúal, lo que sí sabía es que tipo de perro quería. Estuve consultando internet durante
mucho tiempo conociendo las distintas razas buscando cúal encajaba mejor, desde dogos hasta akitas y filas, entre otros. Entonces fuí a hablar con un amigo que es criador para que me aconsejara y
por si tenía algún amigo que se dedicara a alguna de las razas que me interesaban.
Él me dijo que había un perro que le encantaba de un criador amigo suyo. Pensaba comprarlo para él mismo, pero que si lo quería lo compraría en su nombre para mi.
Esa fue la primera vez que escuche hablar de la raza.
Primero investigué sobre el Terrier Ruso y la verdad es que se ajustaba perfectamente a lo que buscaba. Era un perro de gran tamaño, con un caracter muy fuerte,
atlético, bueno con los niños y muy fiel al dueño. Me pareció precioso, parecía un oso negro, con una planta imponente, poderosa, pero a la vez era ágil y rápido. Así que volví a hablar con mi
amigo y lo acepté, y tal como me dijo lo compró en mi nombre. Apartir de ahí comienza nuestra historia.
En mi casa siempre hemos criado perros, bastantes, y todo tipo de animales, pero como mi Terrier Ruso, ninguno.
Mi amigo me aconsejo que en vez de ir a por él, me lo enviaran por transporte, error que no volveré a cometer en la vida porque el perro sufrió y no quiere ver una
jaula ni de lejos, de hecho tuve que trabajar con él para poder montarlo incluso en el coche.
Abrí la jaula y lo guardé entre mis brazos, y comenzo la lamer como agradecido de que lo sacara. Lo recogí, compramos comida y bebederos, y lo llevé al
trabajo.
Allí no puedo meter animales pero lo escondí en el coche, en los reposapies de los asientos traseros. Una vez dentro, lo escondió mi compañera que está destinada en
un almacen y nadie salvo ella iba a entrar. Ella intentó darle de comer y de beber, pero él espero dos horas hasta que volví a recogerlo para llevarlo a casa. Mi amiga me advertió que no había
comido ni bebido, cosa que me preocupó porque llevaba un largo viaje sin comer ni beber y debería de estar desnutrido y deshidratado. Todos mis miedos desaparecerían pronto porque encuanto yo
llegué y le ofrecí comida y agua, comió de mi mano y bebió mientras le sujetaba el cacharro del agua, después se acostó sobre mi pierna hasta la hora de salir del trabajo; se ganó su bien
merecido descanso. Estuvo durmiendo hasta la hora de salida del trabajo. Y de ahí fuimos a su nueva casa.
Al llegar a mi pueblo, mi familia estaba esperando para conocerlo. Cuando abrí la puerta ví que mi sobrino, de dos años de edad, estaba de espalda, junto a la
chimenea. Entoces, pedí a mis familiares que guardaran silencio, pués se me ocurrió darle una sorpresa porque no sabía que un nuevo miembro de la familia llegaba a casa. Y mientras sujetaba a mi
cachorro entre los brazos le toque en el hombro. Entonces mi sobrino se giró y su cara fué pura exclamación cuando vió lo que tenía entre mis brazos. Él quiso abrazarlo y lo acarició con una gran
sonrisa en la cara. Entonces mi hermana le llamó Pipo. Éste nombre venía de Pipón, que era el nombre de un muñeco de una canción infantil. Supongo que en su imaginación, el muñeco de la canción
era el cachorro de Terrier Ruso que le acababa de presentar y comenzó a llamarlo así, Pipo. Ya tenía nombre! Me hizo mucha gracia, creo que la historia es bonita y decidí dejarle ese nombre en su
honor. Se que no es el típico nombre de un Terrier Ruso, ni de un perro de su embergadura, pero yo estoy orgulloso de que se llame así.
No sé si a todos los que han tenido un Terrier Ruso les pasó lo mismo en algún momento, en algunos de los hechos o si se han sentido identificados, pero yo nunca
olvidaré ese primer día. El día que mi Pipo y yo nos conocimos. Podría contar muchas más cosas porque no olvido las vivencias que he ido tenido teniendo a lo largo de la vida que estamos
compartiendo, pues son dos años y medio compartiendo experiencias y, como pueden imaginar, son muchos los recuerdos que guardamos en la memoría, Pipo y yo.
De hecho, mientras he escrito esta historia, Pipo ha estado tumbado a mi vera, mirandome, y en algún momento he tenido que interrumpir la redacción porque se ha
levantado para recibir su ración de mimos y rascaditas, y cualquiera le dice "no" a un perro de su tamaño...
Y así comenzó nuestra historia...
Historia escrita por Jaime G.M.